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Un hombre atraviesa una calle

Un hombre atraviesa una calle

“Es menos conocido en América de lo que debiera ser”.

Con esta oración, el escritor antioqueño Baldomero Sanín Cano empezó en 1925 una conferencia dedicada a Georg Brandes, crítico literario de origen danés, pensador e historiador de la literatura europea, a quien Sanín consideró una de las mentes más luminosas de la segunda mitad del siglo XIX. La admiración de Sanín por Brandes fue intensa y sostenida. La manifestó durante toda su vida, hasta en su última entrevista: “Sí, Brandes me ha influido indudablemente”, le decía parco, con el peso de noventa y seis años encima y dos siglos vividos, a un periodista entusiasta. Entrevistado y entrevistador se encontraban en un pequeño apartamento de Bogotá; era mayo de 1957, Brandes había muerto hacía treinta años y Sanín moriría apenas unos días después. Es posible que antes de esa entrevista el nombre del pensador danés no hubiera resonado entre los cerros de la capital por mucho tiempo. Y es probable que tampoco resonara mucho por entonces en otras capitales latinoamericanas. Quizás por eso su conferencia de 1925, antes citada, empezaba afirmando con un tinte de amargura que el nombre de Brandes era menos conocido en este continente de lo que merecía serlo.

Hoy, más de setenta años después de su muerte, podemos afirmar, haciendo nuestras sus exactas palabras, que el nombre de Baldomero Sanín Cano es menos conocido en América de lo que debiera ser. Las razones de ese desconocimiento no son materia de esta presentación y la aparición de un nuevo libro suyo o sobre él no podrían revertir las intrincadas maniobras del tiempo y de la historia literaria. Pero si nombrar a un muerto permite invocarlo brevemente, así como Sanín invocó a Brandes poco antes de morir, al nombrarlo en su última entrevista, traer el nombre del escritor antioqueño a colación, ahora, es una forma de hacerlo presente para que resuene en las paredes de nuestra mente y habite fugazmente nuestro tiempo. Y así, quizás su imagen difusa se haga un poco más nítida para la mirada contemporánea.

Sin embargo, la imagen de Sanín que me gustaría traer a la presencia no es la del hombre sapiente que apoya su mentón en la mano, emulando la clásica postura de pensador (tal cual fue pintado por Efraím Martínez), sino otra imagen: la del hombre que atraviesa, envuelto en un sobretodo negro, una decimonónica calle bogotana. El libro que se presenta ahora para descarga gratuita, Toda la vida del pensamiento: Baldomero Sanín Cano en el fin de siglo colombiano, persigue de alguna manera esa imagen. Se trata de una recopilación de más de cincuenta textos escritos por Sanín entre 1886 y 1908, periodo en el que vive en la capital del país, a la cual llegó, desde Medellín, hacia 1885, después de un viaje de once o doce días a lomo de mula; y de la que se fue, a inicios de 1909, en un transatlántico que lo llevó hasta Londres.

Durante un poco más de veinte años de estancia en Bogotá, Sanín escribió febrilmente. Publicó narraciones, versos, críticas, cartas abiertas y ensayos, coeditó y fue redactor de los dos números del periódico La Sanción, dio a la imprenta de Fernando Pontón el famoso folletín Núñez, poeta, dirigió la Revista Contemporánea y fue maestro de jóvenes escritores que fundaron sus propias revistas. Y el gran tema de sus escritos, por este periodo, fue sin duda la contemporaneidad: escribía sobre las costumbres bogotanas finiseculares, sobre las mujeres que creaban en Washington la primera organización en defensa de sus derechos, sobre los autores “exóticos” que marcaban la pauta moderna en Europa, sobre los jóvenes poetas y novelistas que en Bogotá y Medellín daban a la imprenta sus primeras obras, sobre los abusos de poder del cada vez más quebrado y autoritario orden político regeneracionista; todo aquello que le indicara el pulso de su presente, todo lo que le hiciera sentirse habitante de su tiempo.

Y una parte de esa palpitante actividad intelectual se recoge en esta compilación. No se trata de toda la producción escrita por Sanín en este periodo, ese es un trabajo aún por hacer. Pero este conjunto de textos, la mayoría inéditos hasta ahora, persigue esa imagen ―que es inventada, pues no hay un registro fotográfico que nos lo muestre así­― del hombre que atraviesa una calle empedrada de la fría Santafé de entonces, con el pensamiento fijo en las lecturas de la noche anterior, en el texto que entregará a la prensa, y la mirada atenta e inquieta buscando, en cada signo de su presente, toda la vida del pensamiento. Evoco y persigo esa imagen para que el nombre de Baldomero Sanín Cano siga resonando y su sonido venza el tiempo y el olvido.

Una expansión de esta imagen se encuentra en la temporada especial de mi pódcast De sobremesa, titulada justamente “Toda la vida del pensamiento”.

En Instagram: https://instagram.com/desobremesapod

En Spotify: https://open.spotify.com/show/3i3AJej4FB9QBYP5zjr9fN?si=b289e32d85a5462c

 

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