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¿Cuál es la cadena de valor del libro?

La industria editorial tiene la posibilidad de crear plataformas de divulgación de todo tipo de conocimiento. Un claro ejemplo son los periódicos y revistas que comparten opiniones y aproximaciones a temas de cualquier área de trabajo, investigación, debate etc., con el fin de aportar a las discusiones políticas o sociales del momento.

Hoy en día estas plataformas abandonaron en su mayoría el formato físico y pasaron al plano digital, todo gracias a la libertad de extensión y la posibilidad de incluir elementos multimedia, entre otras razones; al punto de que empresas pertenecientes a la industria decidieron optar por nutrir al medio con opiniones, información y conocimiento que veían que faltaba rescatar y compartir, tal es el caso de Filomena Edita.

En este blog nos hemos dado la libertad de divulgar información sobre literatura, diseño, edición, crítica, historia, etc., con el fin de compartir un montón de conocimiento e ideas que se manejan en el proceso de elaboración de cada libro, cada antología, y que muchas veces salen en discusiones entre diagramadores, autores, editores, correctores, diseñadores, etc. En otras palabras, extraer información que hace parte de la cadena de valor del libro y presentarla a todo tipo de público.

En esta ocasión, dedicaremos esta entrada a explicar la diferencia entre la cadena de suministro del libro y la cadena de valor de libro, ya que en la experiencia recogida entre autores, lectores, editores y diseñadores, se llegan a confundir, unir o repetir tareas de ambos procesos, sobre todo en el área independiente, cuando el ser multitasking se vuelve pan del cada día. Si bien suenan similares, ambas obedecen a fines distintos, por ejemplo, la primera se encarga de todos los procesos relacionados con llevar la primera versión del texto desde las manos del autor hasta las del lector final: Autor –> Editorial –> Distribuidora –> Librería –> Lector.

La segunda, por otro lado, se encarga de unir todos los procesos que aporten valor al producto editorial: Gestión de los derechos patrimoniales y morales –> Edición –> Preproducción –> Producción –> Promoción –> Comercialización –> Distribución. Para los servicios editoriales, o algún agente perteneciente a la industria, es necesario tener ambos procesos claros y diferenciados, ya que esto permitirá analizar la forma de trabajar, identificar los costos de producción, optimizar recursos y tiempos; como resultado final, se podrá fijar un precio de venta que cubra los costos y deje un margen de ganancia que garantice la supervivencia del proyecto.

Cuando no se tiene claridad sobre lo anterior, lo cual debe ser responsabilidad de quien dirija el proyecto o de quien se encargue de gestionarlo, se generan cuellos de botella, dobles procesos, gestión inadecuada de presupuestos y, finalmente, se hace inviable el proyecto si los problemas perduran en el tiempo. Tanto la cadena de suministro como la cadena de valor requieren de agentes distintos, de personas encargadas de tareas diferentes y encontrar personas que se encarguen solo de una tarea es bastante sencillo para una casa editorial de gran tamaño, gracias al músculo financiero que poseen.

Si hay suficiente dinero, se puede contratar a personas formadas y educadas para llevar a cabo cada tarea, pero en la realidad, en el mundo independiente, ¿cómo llevar a cabo ambos procesos? ¿Es incluso posible con recursos limitados? La respuesta es sí, lo único necesario es tener claridad desde arriba; si la cabeza no funciona, el resto del cuerpo tampoco lo hará.

En este orden de ideas, se debe aclarar que es fácil caer en confusiones, incluso entre personas con experiencia, pues se necesita de una idea global de cómo funcionan ambos procesos para no fallar en su ejecución. Por ejemplo, los diagramadores, diseñadores o ilustradores no tienen por qué saber del proceso de distribución o incluso del de gestión de comercialización, pero en el mundo real, un diseñador puede decidir abrir una editorial y empezar a publicar.

En un primer momento puede ser una idea llamativa, pero los retos llegan cuando se busca financiar el primer título y se opta por una beca, en este momento, el papeleo obliga al nuevo diseñador-editor a encargarse de gestionar los procesos de suministro y los procesos de creación de valor de forma clara y detallada en la aplicación, momento en que surgen las siguientes preguntas, ¿cómo gestionar los derechos de autor? ¿Cómo cotizar un servicio de distribución? ¿Cómo diseñar un plan de mercadeo del producto? Sin el conocimiento previo, parece un proceso kafkiano. Al respecto, en nuestro podcast A dos tintas, tenemos un episodio dedicado a cómo aplicar a becas sin fallar en el intento. Para no caer en el laberinto de confusión del ejemplo anterior, veamos de nuevo las diferencias entre ambos procesos y los agentes que las componen.

Cadena de valor del libro

Se encarga de recibir un primer eslabón, la materia prima (el manuscrito), al cual se le añaden otros eslabones que aportan un valor particular: corrección, ilustración, diagramación, etc. Se continúa con los eslabones de distribución, de venta en librería o sitio web, que siguen aportando valor, hasta que finalmente se obtiene un producto final con un valor agregado que el lector final percibe y por el cual está dispuesto a pagar un precio. Para que este proceso sea exitoso, el editor general deberá saber cuánto cuesta cada tarea, cuánto tiempo vale contratar a cada persona involucrada y así saber el valor final del libro. De ahí viene el nombre, es un proceso encadenado de acciones que en conjunto le dan un valor específico al libro.

Cadena de suministro del libro

Acá se tiene una mirada más global y enfocada en la gestión del proceso de entrega del producto, desde su momento inicial (manuscrito) hasta las manos del consumidor final (lector). En otras palabras, la cadena de suministro del libro explica cómo intervienen los agentes necesarios para llevar a cabo el proceso de venta de un libro: material (libros), servicios (almacenamiento, distribución, entrega), información (plan de mercadeo, segmentación de clientes).

Cada editorial funciona de manera distinta y escoge rutas de trabajo orientadas a la cantidad de presupuesto que tenga, el perfil de los trabajadores, fechas de publicación, eventos, número de tiraje establecido, entre otros. En esta medida, ambos procesos son modificables fácilmente y acá presentamos una definición estándar, pero no una guía. Ahora, con esto claro, es evidente cómo pueden surgir errores en cualquier momento si no hay una diferencia clara entre ambos desde el primer momento en que se decide llevar a cabo una publicación.

Ahora, retomando el ejemplo de comparar una editorial grande con una independiente, veamos cómo la forma de gestionar de cada tipo de editorial influye directamente en el precio de compra de un libro. En primer lugar, una editorial grande puede abaratar bastante sus costos, pues entre más produzca, más podrá vender, pero para hacer el proceso eficiente debe estandarizar modelos de libros que sean fáciles de corregir, de diagramar y de ilustrar; en conclusión, una editorial grande podrá llevar al máximo la eficiencia de sus procesos para ofrecer un libro a un precio cómodo, pero el resultado final serán libros similares, producidos en masa.

Como caso contrario, en una editorial independiente estas labores deben ser llevadas a cabo por un mismo grupo de personas, lo que representa una mayor cantidad de horas dedicadas a cada producto, que, en conclusión, darán un mayor valor a cada título. Esto trae como consecuencia que el precio no pueda ser tan bajo como los productos en masa, pero el valor agregado será mayor. ¿Qué hacer con esta información? Bueno, pues servirá para saber escoger al momento de ver algunos libros en oferta, si son de una editorial grande, seguramente buscarán venderlos porque ocupan mucho espacio en bodega, no porque sean el producto del momento; al contrario, si una editorial independiente tiene títulos en oferta, pues es un descuento de verdad sobre el valor final del libro, en el cual trabajó un equipo editorial con dedicación, en otras palabras: ¡cómprenlo!

Como conclusión final, el dar valor a un libro se da desde múltiples aristas y gracias a la intervención de personas que contribuyen con una parte importante de sus habilidades y tiempo para lograr un resultado único y diferente. Más allá de lo evidente, valorar un libro significa entender lo que hay detrás y lo que representa el sumar cada decisión que lleva a un documento de Word de 200 páginas a convertirse en un libro con portada a color, hojas impresas a dos tintas e ilustraciones de artistas emergentes. Para ver ejemplos de títulos como el descrito, los invitamos a revisar el catálogo de Filomena Edita.

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